viernes, 8 de octubre de 2010

La novia, poema de Carmen Sampedro



Llanto para sus ojos
azahar para su pecho
encajes para su piel de aurora.

Bajo sus pies temblorosos,
mil pedazos de cristal son testigos,
del aquel espejo deforme
que en la noche forjaron
los sueños febriles, delirantes,
encerrados en si mismos,
cubiertos de cal, cubiertos.

Canto para sus labios
rocío para sus manos
brisa para su pelo.

Quién se ha llevado mi muerte?
Dónde yace mi pena sin nombre?
De quién es mi cuerpo nuevo?

La tarde enciende velas rojas
que iluminan los pasos de la novia
al encuentro de un te quiero.