lunes, 20 de septiembre de 2010

Mañana de Abril, poema de Carmen Sampedro


  A Khalil Gibran Khalil
Cuando el árbol más amado de tu huerto,
parió el fruto prohibido por el mito,
llenaste tu cesta de mimbre
con hojas de terciopelo.

Era una hermosa mañana de Abril,
y el amor guió tus pasos
en busca de los hombres.

Llevabas en tu corazón el mejor de los frutos:
verde manzana, dorado sueño del árbol
que un día, regaste con tus lágrimas.

Regalabas tu corazón de azúcar,
con una hoja de esperanza,
y una canción de pan caliente a los hombres,
reunidos en la plaza.

“Manzanas de corazón,
os regalo mis manzanas;
son de mi huerto florido
regadas con mis lágrimas”.

Pero nadie se acercaba a recoger aquel sueño,
ningún hombre dio aquel paso
para acercarse a tu alma.

La cesta de mimbre temblaba en tus manos,
cuando las palabras sonaban en vano:
“manzanas, tomad mi regalo”.

¿Eran hombres los que por allí pasaban?
Puede que fueran fantasmas,
o sonámbulos, o muertos,
pues tu voz no la escuchaban.

Por un instante, murió tu alma de niño.
Inocencia asesinada:
“manzanas a mil, a dos mil, a diez mil,
venid a comprar,venid”.

Y se acercaron, primero tres,
después cuatro, luego diez,
¿hombres o qué?
y tu corazón compraron.

La cesta de mimbre se rompió en llanto,
en ceniza las hojas de terciopelo.
Y tu alma, Gibran, en la plaza,
por los hombres lleva luto, lleva duelo.


sábado, 4 de septiembre de 2010

Amar en presente, poema de Carmen Sampedro


I
Yo amo, tú amas, él ama
cantan los niños yo amo, tú amas,
alas que levantan vuelos en el aula
plácidos deseos para la mañana.
Amar en presente,es crecer sin trabas
dejar que la vida riegue la savia.
La clase de lengua a todos iguala
el verbo es un acto que la voz proclama:
yo amo,
tú amas,
con tanto ardor que el miedo huye por la ventana.
Todos son amados y con eso basta.
II
Mas una niña reza silenciosa y apagada
por si dios la escuchara allá en los cielos
donde ángeles custodios protegen a los niños
que nadie ama.
No todo el miedo huyó por la ventana.
Ni siquiera un ángel dios le enviara
que su corazón de niña confortara.
III
Lloraba la niña cuando fue muchacha
con sus manos finas cubría la cara
ocultando marcas que delataban
la crueldad de unas manos que no aman.
Sigue empeñada en rezar por si dios aún la escuchara
y tuviera compasión de las niñas golpeadas.
Pero no se allegó un ángel a componerle las alas
ni a untar de ternura las heridas de su alma.
IV
Ya la escuela no es su casa el recuerdo de los niños
que cantaban en el aula duermen en su corazón
de niña quebrada.
Yo amaré, tú amarás, él amará:
a la espera del milagro crecen las aulas,
el sol se conmueve, las paredes se ablandan.
Para el futuro queda
el verbo y su esperanza.