domingo, 12 de febrero de 2012

El cielo no avisa, poema de Carmen Sampedro



No basta con nacer:
asomar la cara al mundo y sentirnos en casa.

En verano
los niños son delfines
que salpican de alegría el mar
cuyos  volantes  levatan olas,
alzan castillos de risas,
ecos de caracolas.
A todos iguales los viste la arena
cubos y palas entre ellos se dejan.
La tarde se adorna de fresa,
Chocolate y vainilla
y los jazmines pequeños
quieren ser niño o niña.

En otoño
los niños son golondrinas
que recogen sus alas en la escuela
y las trazan en cuadernos
que guardan bajo su almohada
para no perder el vuelo.
Meriendan  pan y descanso.
La rama se va secando
y la hoja en silencio
desciende al reposo eterno.


 En invierno
los niños son nubes.
Unos tras otros vuelan,
cometas abrigados,
atrapando mariposas que no existen,
se calientan del frío las manos.
Caballos con dos cabezas
un elefante sin trompa
aquel barco que navega
con la luna a proa.
Descifrando nieblas
el recreo los sorprende
y la tarde en la estufa
los sueños enciende.

No basta con nacer.

Es primavera
y los niños son los primeros
en imitar a las aves con sus canturreos
y dejar que el caballo de niebla
trote hacia otras tierras
donde ya es invierno.
¡Verde, más verde,
que es primavera,
rojo,
amarillo,
color azucena!
Se quedan sin punta lápices y ceras.  
Crecen los parques con la savia nueva.

Asomar la cara al mundo
sin miedos ni deudas.
Todos los niños juegan a la rueda,
círculos perfectos de cantos y promesas.

Nadie diría que el enemigo acecha,
el hombre del saco, espera en la puerta:
“No salgas hija,
no salgas a la cancela
aunque sea primavera,
que los niños y las niñas
ya no juegan a la rueda
pues de pájaros y flores
las calles están desiertas”.

No basta con nacer:
asomarnos inocentes a la espera
de que el mundo sea nuestra casa.

Y cuántas veces, demasiadas,
el brote tierno se tala.
No salgas nenita,
cierra la cancela
que el cielo no avisa
de las nubes negras.

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